Hidalgo fue durante el Porfiriato el principal abastecedor de pulque de Ciudad de México en tiempos en los que se podía encontrar una pulquería en cada esquina de la capital. Algunas de las grandes haciendas dedicadas a la producción de pulque se que se erigieron en la región del Valle del Mezquital y Apan se conservan y ofrecen recorridos para dar a conocer la tradición del pulque a los visitantes.
Considerado como un regalo de los dioses para las culturas prehispánicas, el pulque está íntimamente ligado a la historia de los mexicanos; su alto contenido en proteínas, aminoácidos y carbohidratos ha sido aprovechado desde tiempos inmemoriales. La elaboración del pulque se conserva como una tradición fielmente cuidada en estas doce haciendas que reciben a los visitantes para mostrarles el misticismo que rodea la elaboración de esta bebida.
La hacienda de Tetlapayac capaz de producir, en su mejor momento, 25 mil litros diarios de pulque o las de San Marcos, en Epazoyucan, Santa María Tecajete y San Bartolomé de los Tepetates, en Tepeapulco, que conservan sus cascos del siglo XVI, son algunas de las paradas de la Ruta del Pulque, uno de los grandes atractivos culturales del estado de Hidalgo.
