Está confirmado. Nos gusta comer en la calle. Puede ser una cuestión de rapidez o de comodidad, o tal vez nos dejamos llevar por el olor que desprenden esos puestos de comida callejeros. El caso es que el dato que ha dado la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) contabiliza una media de 2500 millones de personas comiendo en la calle cada día. Hablamos de puestos improvisados o portátiles y entre ellos también los famosos "carritos", food trucks o quioscos móviles.
A este número aproximado se le sumaría lo que se consume en fiestas como ferias o eventos casuales, a los que siempre acompañan estos puestos. Por otro lado nos encontramos con los quioscos de comida tradicional, siempre listos para los turistas o visitantes, o para los propios ciudadanos.
La moda de la comida callejera cada vez atraviesa más fronteras, porque son muchos los que salen entre descanso y descanso a tomar algo en la calle, en un banco, o en algún lugar donde tomar el aire. Todo ello lleva a que estos pequeños negocios se encuentren en continua renovación, tanto por la competencia, como por la demanda que crece año tras año. En algunos casos convirtiéndose en delicias gastronómicas de la calle.
Eso sí, es preciso decir que las condiciones de higiene tanto de la preparación como a la hora de servir estos alimentos, se complican al estar al aire libre. Por ello es recomendable seleccionar correctamente el puesto o quiosco donde vamos a comprar nuestra comida, para evitar malas pasadas.